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NAVASSA Y EL VIAJE FINAL DE COLON
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En septiembre de 1501
los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y León,
nombraron a Nicolás de Ovando gobernador y juez supremo de las Indias.
En la flota de éste fueron el joven Bartolomé de las Casas y Alonso
Sánchez de Carvajal, encargado de recaudar para Colón los beneficios
correspondientes del comercio de las Indias y del oro. El Almirante
había empezado a preparar otro viaje de descubrimiento y escribió a
Isabel y Fernando pidiendo las necesarias instrucciones y documentos.
Respondieron los reyes autorizando la expedición, pero le prohibieron
hacer esclavos y tocar tierra en La Española, salvo en el viaje de
regreso.
El 9 de mayo de 1502, con la salud quebrantada y al mando de cuatro
pequeñas carabelas - la Capitana, la Santiago de Palos, la Gallego y la
Vizcaíno - Colón zarpó rumbo a la más arriesgada de sus expediciones, el
pase a la India que suponía existente en territorio americano.
Le acompañaban su hermano Bartolomé y su hijo Fernando.
Por la acostumbrada ruta de Canarias, el 29 de junio ancló ante Santo
Domingo, decidido a sustituir la nave Santiago de Palos por otra. Notó
inequívocos signos de que se avecinaba una gran tormenta y así se lo
comunicó al gobernador Ovando, a quien solicitó permiso para entrar en
el estuario y recomendó que no dejara partir a una numerosa flota a
punto de regresar a España. De acuerdo con las instrucciones de los
reyes, Ovando negó su permiso e, ignorando los consejos, ordenó la
salida de la flota. Las carabelas de Colón tuvieron, pues, que afrontar
fuera del puerto el huracán que se abatió sobre Santo Domingo. Sólo la
nave del Almirante pudo mantenerse anclada; las demás, rotas las
amarras, fueron arrastradas lejos de la costa. Las cuatro, sin embargo,
lograron reunirse días después. En cambio, la flota que regresaba a
España perdió veinte barcos y más de quinientos hombres.
Hacia el suroeste descubrió el 30 de julio las Islas de la Bahía, de
Honduras. El 14 de agosto descubrió Cabo Cajinas, el 17 del mismo mes,
desembarcó en la boca del río Tinto.
Siempre navegando hacia el suroeste se desató nuevamente una violenta
tempestad que duró cerca de un mes. Estuvo en tan grave peligro que toda
la tripulación se confesó, pero el 12 de septiembre, logró doblar un
cabo, la tempestad empezó a calmarse.
Las naves siguieron hacia el sur y Colón lleno de fe dio gracias a Dios,
llamo así al cabo, "Cabo Gracias a Dios", el que los salvó de la
tempestad. La primera tierra de Nicaragua acababa de ser descubierta
permaneció allí un día, después siguió su ruta. A 60 millas fondeó, para
proveerse de leña y agua en la desembocadura del Río Grande, perdió
allí un bote con su tripulación.
Siguiendo la costa llegó a la desembocadura de El Rama. Ancló en al actual Isla Bosby, el 25 del mismo mes.
En aquella tierra, una legua adentro, encontró un pueblo indígena
llamado Cariay a orillas de un río hermoso, protegido de colinas y de
árboles de gran altura.
Los pobladores, llenos de temor aprestaron sus armas para defenderse.
Colón desembarcó hasta el día siguiente, logró entrar en pláticas con
los asustados indios. Estos eran altos, robustos, risueños, su idioma
diferente al de los antillanos; vestían camisas de algodón sin mangas,
usaban el cabello peinado sobre la frente y el cuerpo pintado con
figuras extrañas de color rojo y negro.
Los jefes llevaban una gorra de algodón tejida y adornada con plumas;
las mujeres vestían trajes de telas vistosas; las orejas, los labios y
la nariz agujereados y usaban pendientes de oro.
En sus chozas tenían herramientas de cobre y pedernal, crisoles, fuelles de pieles, se alimentaban de la caza y de la pesca.
Desembarcaron allí y queriendo tomar algunos datos del país preguntaron a
los indios por señas, cuando estos vieron escribir se asustaron,
creyendo que era asunto de hechicería y huyeron, continuaron explorando y
encontraron cadáveres embalsamados, adornados con joyas. En las tablas
que cerraban las cajas habían esculturas de animales y de rostros
humanos.
Tomó Colón dos indios para que le sirvieran de guía, y siguió navegando. El 5 de Octubre salió rumbo a la costa de Veragua.
El 24 de julio fondearon en una isla del Jardín de la Reina (quizás el
actual Cayo Largo) y el 1 de agosto descubrieron la América Central a la
altura de la punta de Caxinas (cabo Honduras). El Almirante no buscaba
un estrecho, como pretendió Hernando Colón cuando ya era notorio que
existía un breve istmo de separación entre el Atlántico y el Pacífico,
sino un cabo, el más meridional de la provincia de Chiamba, la larga
península que constituía el límite oriental de Asia. Costeando
sucesivamente los actuales países de Nicaragua, Costa Rica y Panamá, las
cuatro carabelas barloventearon hacia el Este. Cuando los indios le
hablaron de la dorada tierra de Veragua y de Ciguare, al otro lado de la
cadena montañosa, Colón entendió que Ciguare era lo mismo que Chiamba y
que había llegado al lugar donde la península era más estrecha. Supuso
que de allí a once días de viaje por las montañas se encontraba el
Índico. Asombrosamente, la prolongada península desmentía los mapas
asiáticos y torcía al Sudeste y al Este, en vez de hacerlo al Sudoeste y
al Oeste.
Durante la navegación fondeaban de noche donde podían o se aguantaban al
pairo. Tras zarpar de río Cativa (río Cherebequi) lucharon con
temporales durante dos meses. Del 17 al 20 de diciembre anclaron en
Puerto Grande (bahía Manzanilla en el moderno Colón, a la entrada del
Canal de Panamá). Concentró entonces el Almirante sus esfuerzos en la
búsqueda del oro y desde la parte oriental de Panamá, retrocedió al
Oeste hasta la tierra que los indios llamaban Veragua, donde le habían
informado de la existencia de minas. Este retroceso se convirtió en una
de las etapas más duras del viaje, a causa del mal tiempo y de la comida
agusanada. Finalmente, el 6 de enero de 1503, fondearon junto al río
Belén. Encontraron yacimientos de oro y se dispusieron a fundar una
colonia, Santa María de Belén, que quedaría a cargo de Bartolomé. Sin
embargo, los indios se manifestaron tan hostiles y los elementos tan
inclementes que, tras perder una docena de hombres, el Almirante
desistió de la empresa.
El 15 de abril Colón partió de Río Belén con la Capitana, la Santiago y
la Vizcaíno; la Gallego, más dañada por el temporal y la broma, fue
abandonada. En Puerto Bello renunciaron también a la Vizcaíno y
continuaron costeando hasta cabo Marmóreo, probablemente el actual cabo
Tiburón, en la frontera entre Panamá y Colombia, para seguir al Norte de
regreso a La Española. Pasaron junto a Las Tortugas (Little Cayman y
Cayman Brac) y fondearon en la costa sur de Cuba. El 25 de junio, la
Capitana y la Santiago, ya inútiles a causa de la broma, quedaron
varadas y apuntaladas en la playa de Santa Gloria (St. Ann´s Bay),
Jamaica. El 7 de julio Colón terminó su carta a los reyes, que diez días
después entregaría a Diego Méndez, criado del Almirante y a Bartolomé
Fieschi, antes capitán de la Vizcaíno, que marcharon a buscar socorro a
La Española. Iban en canoas nativas, a las que le añadieron batemares,
falsas quillas y velas.
Salieron entonces Méndez y Fieschi de Jamaica camino a La Española en
varias canoas con una tripulación compuesta por una docena de marinos
armados y varios indios, abastecidos solamente por dos barriles de agua y
unas pocas provisiones.
El viaje fue bastante difícil y fatigoso, solamente alentados por las
versiones de los aborígenes acerca de la existencia de una isleta a la
que llamaban “Narvasa”, que estaba distante a poco más de la mitad del
recorrido según sus propias palabras. Es de considerar que bogando muy
bien una barca o canoa, no puede hacer en un día y una noche más viaje
que diez leguas, y porque las aguas desde Jamaica a la Española son
contrarias a este viaje. Así, poco a poco, tomando alguna vez agua del
mar, para refrescar la boca, siguieron como podían, hasta que llegó la
segunda noche, sin que hubiesen visto tierra.
Finalmente al anochecer del tercer día Diego Méndez vio que salía la
luna encima de tierra, pues la cubría una isleta, a modo de eclipse; de
otro modo no hubieran podido verla, porque era muy pequeña, y en
atención a la hora. Confortándolos Méndez con esta alegría, y
mostrándoles la tierra, les dio mucho ánimo, y habiéndoles repartido,
para mitigar la sed, una poca agua del barril, bogaron de modo que a la
mañana siguiente se hallaron sobre la isla llamada por los indígenas
“Narvasa”.
Habiendo desembarcado con mucho esfuerzo en ella y gratificando al
Creador por tal socorro oraron con devoción, tomando posesión de la isla
Méndez y Fieschi en nombre de Colón y los reyes católicos, y dejando
constancia del hecho tomaron directa posesión levantando un túmulo de
rocas y sobre ella una cruz, como símbolo de gratitud y enterrando el
filo de una espada y dijeron que en adelante se llamaría, como entendían
“NAVAZA”.
Hallaron que ésta era toda de piedra viva y porque no había en ella agua
dulce viva, ni árbol alguno, sino peñascos, anduvieron de peña en peña,
recogiendo con calabazas el agua de lluvia que hallaban.
Por el relato puede deducirse que el descubrimiento de esta isla debió
producirse entre el 15 y el 20 de julio de 1.503; por tanto se asume
este último día como el día oficial del descubrimiento de Navaza.
Finalmente Diego de Méndez y Bartolomeo Fieschi pudieron lograr su
cometido de llegar a Santo Domingo y obtener de Oviedo la ayuda para
Colón y el resto de la tripulación que les permitió concluir con éxito
la cuarta expedición, de tal modo que puede asegurarse, sin ambages, que
fue gracias a Navaza que el Almirante pudo concluir su histórica tarea.
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Mapa antiguo que
establece la ubicación de Navaza.
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Durante los años
venideros los marinos españoles, ingleses, franceses y aún holandeses
tomaron como punto de referencia para sus travesías este significativo
punto en medio del Mar Caribe. Pero es hasta el siglo XVII en que vuelve
a tener Navaza cierta significación cuando se constituye en una de las
bases de actividad pirata y bucanera en contra de los intereses
españoles, toda vez que era claro objetivo de los corsarios ingleses y
franceses las flotas hispánicas rumbo a la península iberica, cargadas
del oro y la plata embarcada en Cartagena de Indias y procedente del
Perú y la Nueva Granada, las que necesariamente debían recorrer el
Estrecho de Jamaica.
Y es durante este período que adquiere Navaza una especial trascendencia
ya que se tiene noticia respecto de que la armada española realizó
varias expediciones en la isla para combatir las bandas piratas, tanto
así que incluso se asegura que los tesoros de Drake y Barbarroja aún hoy
se encuentran allí enterrados. Sin embargo es un hecho cierto de que
uno de los lugares estratégicos favoritos del Almirante Vernon para sus
acometidas frente al imperio español era precisamente Navaza, hasta su
implacable descalabro en 1.741 a manos del admirable BLAS DE LEZO, quien
a las órdenes del Virrey de la Nueva Granada Don Sebastián de Eslava,
Marqués de la Defensa de Cartagena, propinó la más humillante derrota
que haya conocido en su historia Inglaterra, evento que las potencias
anglosajonas han pretendido desconocer y que es, sin duda alguna, la
página más gloriosa que se ha podido escribir en la historia militar
moderna, solamente comparable con el fiasco estadounidense en Vietnam.
Es por eso que para el Estado de Navaza son De Lezo y De Eslava dos de
sus más insignes héroes, por cuanto fue gracias a ellos que reafirmó
Navaza su condición de territorio neogranadino y posteriormente
colombiano, tanto así que con posterioridad a este hecho resultaba
forzoso para los navíos militares españoles que zarpaban de Cartagena de
Indias, escoltando buques mercantes en su travesía hacia los puertos
peninsulares, hacer varios disparos de cañón frente a Navaza, de lo cual
han quedado diversos documentos consignados en los diarios de a bordo
de dichas embarcaciones.
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Don Blas de Lezo,
artífice de la derrota del Almirante Vernon.
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El Virrey de la Nueva
Granada, Don Sebastián de Eslava, Marqués de la Defensa de Cartagena.
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Adquiere luego mención
relevante que durante el periplo adelantado por el Libertador Simón
Bolívar por Haití, en búsqueda de ayuda para la causa emancipadora,
trasladándose desde Jamaica el 24 de diciembre de 1.815, en donde
escribió su muy connotada pieza: “La Carta de Jamaica”, cruzó frente a
Navaza quedando impresionado por su belleza natural, circunstancia de la
cual existe también registro histórico.
No resulta entonces ajeno pensar que fuera Navaza punto de encuentro en
la vida de dos de los más importantes hombres vinculados al suceso
americano: Colón y Bolívar.
Bolívar dará finalmente libertad a cinco naciones del yugo español,
entre ellas a la Nueva Granada, hoy Colombia, y dentro de su vasto
territorio a la Isla de Navaza.
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El Libertador, Simón
Bolívar.
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Vuelve a asumir especial
situación Navaza con ocasión de la Guerra del Guano. El nombre del
adobe natural guano – o huano, según la trascripción – viene del quechua
– uno de los idiomas indígenas del Perú y la lengua de los incas. La
traducción ya explica lo que es: "excrementos de pájaros marinos". No
son los excrementos de cualquier pájaro marino, sino de tres
específicos, de una especie de cormorán, del pelicano gris y del
piqueros. Habitan en la costa peruana en pequeñas islas rocosas sin
ningún tipo de vegetación gracias a la corriente de Humboldt, una
corriente de aguas frías que baja del estrecho de Behring. La
combinación de aguas frías con el calor tropical resulta en unas
condiciones climáticas que impiden las precipitaciones: el desierto
costeño del Perú es un de los lugares más secos del planeta. Si no fuera
por la intervención humana, no se encontraría ninguna planta, ni
siquiera un cactus, sino sólo arena y rocas a lo largo de dos mil
kilómetros. Las únicas veces que hay precipitaciones es cuando aparece
el fenómeno del Niño con su fuerza de destrucción brutal. Los pájaros
habitan en las islas para criar su nueva generación. En una isla mediana
pueden habitar hasta un millón de animales, generando cerca de 11,000
toneladas de guano cada año.
La falta de lluvia resulta en unas condiciones óptimas para el guano,
porque el excremento puede secarse lentamente. La baja humedad impide la
fuga de los componentes con alto contenido en nitrógeno. Además, los
pájaros se alimentan exclusivamente de pescado (en su mayoría anchova o
anchoa), que hace los sus excrementos todavía más ricos en nitrógeno. El
guano, por lo tanto, es un adobe óptimo y totalmente natural. Su uso se
remonta a tiempos remotos. Ya antes de los incas, las culturas costeñas
habían descubierto su utilidad por la agricultura.
Alrededor de 1840, los europeos descubrieron el guano como adobe y
empezaron a importar guano para su uso en la agricultura. Cuando se
mostraron los resultados espléndidos que aportaba el guano, empezó una
importación masiva y no sólo a Europa sino también en cantidades
importantes a los Estados Unidos. El mundo a mitades del siglo
diecinueve es un mundo antes de la revolución industrial y por lo tanto
totalmente dependiente del sector agrícola. Cualquier mejora sistemática
en la cosecha resultaba directamente en una riqueza más elevada.
El guano se encontraba en las islas del Perú y en unos pocos lugares de
la costa africana. Más tarde se descubrieron también islas en el caribe
donde los pájaros dejaban el valioso adobe.
Pero ninguno de los yacimientos fuera del Perú producía la calidad del
guano peruano, con el efecto que el Perú casi tenía el monopolio del
guano. El Perú en estos momentos tenía una deuda exterior muy importante
que estaba sofocando al país. US$20 millones sólo con empresarios de
Gran Bretaña y otros US$30 millones con Venezuela y Ecuador resultaban
en una pesadilla para la economía peruana, debilitada encima por
conflictos internos. Cuando el Perú se dio cuenta de la riqueza
amontonada en capas de hasta 40m de grosor en sus rocas agrestes, pensó
haber encontrado una solución para todos los problemas del país. Fijaron
un precio de US $50 por tonelada, un precio muy alto por entonces, que
pesaba considerablemente sobre los campesinos de los E.E.U.U. y de
Europa.
En el 1852 no obstante se descubrieron las islas Lobos a 5 millas
náuticas de la costa norte del país. Allí yacían unas cantidades de
guano hasta ahora inimaginables, seguramente porque desde hacía siglos
nadie había accedido a las islas – si es que alguien las había
descubierto.
Al menos Estados Unidos – con un interés propio muy grande – pusieron
esto oficialmente en duda. El entonces Secretario de Estado, Webster,
emitió una carta a un comerciante de guano, diciendo que "el gobierno de
los Estados Unidos no tiene conocimientos de que las islas Lobos hayan
sido descubiertas o sean ocupadas por el Perú", ni que se haya utilizado
el guano encontrado allí anteriormente. Esta declaración servía en
realidad sólo como base para el siguiente paso: en la misma carta, el
Secretario deja claro que tal vez era la deuda del estado asegurar
militarmente que los ciudadanos de los EE.UU. puedan explotar la materia
valiosa. Y para dar más peso a sus palabras, acompañó la carta por un
barco de guerra.
Con antelación los EE.UU. habían hablado con los peruanos sobre el
preocupante tema del precio del guano. Uno de sus predecesores, el
Secretario de Estado, Clayton, había dejado claro que el poderoso aliado
del Norte acogería con satisfacción una bajada de precio de US $50 a US
$10 por tonelada, dejando totalmente de banda que las naves de carga
americanas pedían ya US $15 por tonelada para el transporte del guano de
las islas a través del Cabo de Hornos a las ciudades norteamericanas.
Así que – aparte de que el Perú estaba sometido a una presión muy alta
por culpa de su deuda exterior – este precio ni siquiera era posible.
Cuando llegó el barco de guerra a la costa peruana, la situación se
crispó y no pocos sectores peruanos temían una guerra contra los Estados
Unidos. Pero por una vez ganó la inteligencia sobre la agresión y el
sentimiento de la humillación. El Perú bajó bastante el precio del guano
y permitió que los barcos americanos circularan libremente entre los
yacimientos y su país de origen. En cambio se reconoció mundialmente el
derecho del Perú a sus islas costeñas. Había faltado muy poco.
Todo eso es historia muy lejana. A finales del siglo diecinueve las
existencias de guano peruano estaban casi exhaustas por el mal uso que
se les hacía. La producción de guano en los años 1909 - 1910 era tan
sólo una decena parte de la producción de años anteriores. La necesidad
de un adobe más barato y de un sucedáneo al guano peruano había
resultado en el descubrimiento de muchas más islas guaneras. Por último,
en el año 1915 el químico alemán Fritz Haber encontró una manera de
producir artificialmente sustancias de alto contenido en nitrógeno. La
consecuencia de todos estos factores era el colapso mundial del mercado
del guano. Actualmente sólo se exportan unos pocos miliares de toneladas
al año para el creciente mercado biológico-naturista.
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LA INVASION NORTEMARICANA
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Tropas coloniales
norteamericanas de finales del siglo XIX.
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Buscando proteger las
posesiones norteamericanas de facto en los territorios guaneros el 18 de
agosto de 1856 el Congreso de los Estados Unidos de América expidió la
Ley del Guano (Guano Islands) que señala:
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"Sección 5570: Cuandoquiera que un ciudadano de los
Estados Unidos descubra un depósito de guano en una isla, roca o cayo,
que no esté bajo la jurisdicción legal de ningún otro gobierno, tome
posesión pacífica de él y ocupe la isla, roca o cayo, puede ser
considerado, a juicio del presidente, como de pertenencia de los Estados
Unidos
Sección 5571: El descubridor debe, tan pronto como sea posible
notificar, verificado por acta notarial, al Departamento de estado de
dicho descubrimiento, ocupación y posesión, describiendo la isla, roca o
cayo, y la latitud y longitud de ello, tan cercano como sea posible, y
demostrando que dicha posesión fue tomada en nombre de los estados
Unidos; y y debe demostrar evidencia satisfactoria al Departamento de
Estado, que dicha isla, roca o cayo, no estaba, en el momento del
descubrimiento o de la toma de posesión y ocupación de ningún otro
gobierno o de los ciudadanos de ningún otro gobierno, ante lo cual deben
ser consideradas como pertenecientes a los Estados Unidos.
(...) Sección 5567: el presidente está autorizado, a su discreción, para
emplear las fuerzas terrestres y navales de los estados Unidos, para
proteger los derechos del descubridor o de su viuda, herederos,
administrador o asignados."
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James Woodward,
Gobernador colonial norteamericano en Navaza impuesto por la Fosfato
Baltimore Company.
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Como se ve claramente se
trata sin más de una patente de corso para invadir todos aquellos
territorios que contuvieran yacimientos de guano, con el respaldo armado
por parte del mismo gobierno de los Estados Unidos, ello dio lugar a
que en las costas y mares del continente americano se produjera una
desenfrenada carrera de pillaje, amparada en esta abusiva disposición.
En 1857, la soberanía de la Isla de la Navaza fue reclamada por Peter
Duncan, un capitán de mar estadounidense mediante el Acta de Islas
Guaneras de 1856, debido a sus depósitos de guano. Cabe mencionar que
esta es la tercera isla que fue reclamada por medio de esta acta. Los
depósitos de guano fueron explotados activamente entre 1865 y 1898.
Haití protestó a la anexión estadounidense de la isla y reclamó la
soberanía de la isla, sin embargo, EE.UU. rechazó este reclamo.
El fosfato de guano fue un fertilizador orgánico superior que se
convirtió muy importante en la agricultura de EE.UU. a mediados del
siglo XIX. Duncan transfirió sus derechos de descubridor de la isla a un
comerciante de guano de Jamaica, quien a la vez vendió los derechos a
la recién creada Compañía de Fosfato Navassa de Baltimore. Luego de una
interrupción debido a la Guerra Civil en los Estados Unidos, la compañía
construyó mejor infraestuctura para la extracción del guano, además de
alojamiento para 140 trabajadores afro-americanos provenientes de
Maryland, casas para supervisores blancos, tiendas, y una iglesia. La
extracción empezó en 1865. Los trabajadores extraían el guano con
dinamita y hacha, y lo llevaban hasta Lulu Bay (hoy Bahía Lulú), donde
se almacenaba en sacos y se embarcaba en botes para transferirlo al
barco de la compañía, el S.S. Romance.
Cargar guano en medio del fuerte calor tropical, bajo estrictas reglas
de trabajo impuestas por los abusivos supervisores estaodunidenses,
provocó una rebelión en la isla en 1889. Cinco supervisores murieron en
el enfrentamiento. Un barco de guerra estadounidense regresó 18
trabajadores a Baltimore, Maryland para ser juzgados por asesinato. Una
sociedad fraternal afro-americana, la Orden de los Pescadores Galileos,
recaudó dinero para defender a los trabajadores en la corte federal,
alegando que éstos atacaron en defensa propia y que los EE.UU. no tenían
jurisdicción completa sobre la isla. Los casos fueron a la Corte
Suprema de Estados Unidos en octubre de 1890, la cual decidió la
ejecución de los trabajadores en 1891. Una petición por parte de
iglesias afro-americanas de todo el país, llegó al presidente Benjamin
Harrison, quien decidió cambiar las pena de los trabajadores a prisión.
A efectos de prevenir una nueva insubordinación fue nombrado James
Woodward como Gobernador al mando de un destacamento de guardias armados
pagado por la Compañía de Fosfato Navassa de Baltimore que forzaba a
los trabajadores a la explotación del guano bajo amenaza de muerte y en
la más infrahumanas condiciones de esclavitud, a pesar de que esta había
sido ya abolida en los Estados Unidos.
Se continuó extrayendo guano en la Isla de la Navaza, pero a un nivel
mucho más reducido. La Guerra hispano-estadounidense de 1898 forzó a la
Compañía de Fosfato a abandonar la isla y declararse en bancarrota, y
los nuevos dueños abandonaron la isla en 1901.
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Trabajadores
afroamericanos obligados a explotar el guano en Navaza siendo
encañonados por los guardias de la Fosfato Baltimotre Company.
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Navaza adquirió
importancia nuevamente con la apertura del Canal de Panamá en 1914. El
transporte marítimo entre la costa este de EE.U.U. y el Canal pasa entre
Cuba y Haití y Navaza, la cual siempre había sido un peligro para la
navegación, necesitaba un faro. En 1917, se construyó un faro, el cual
medía 46 metros y se encontraba 120 m sobre el nivel del mar. Tres
personas fueron asignadas para vivir allí hasta que el faro fue
automatizado en 1929. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Marina de
Estados Unidos creó un puesto de observación en la isla.
Construido este elemento fue administrado por civiles norteamericanos
hasta 1939, época en la cual entró a ser operada por la Guardia Costera
de los EE.UU., sin embargo el faro contaba con una almenara automática
para su funcionamiento, la cual debía ser mantenida dos veces al año y
que estuvo activa hasta Agosto de 1996, cuando la Guardia Costera se
retiró de la isla llevándose consigo todos los equipos instalados.
El territorio de Navaza estuvo a cargo del Departamento de Estado hasta
mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando transfirió
este al Departamento del Interior con base en el Código Americano
(American Code), Título 43, Sección 1458, asigno su administración a la
Oficina de Asuntos Insulares por Orden Federal No. 3205 del 16 de Enero
de 1997, establecimiento federal encargado de custodiar las islas
ocupadas o en posesión de los Estados Unidos que no hacen parte formal
de su territorio.
Al respecto es importante acotar que diversos pronunciamientos
judiciales de las instancias jurídicas de los EE.UU., incluida su Corte
Suprema han reiterado que a ese país no le asiste derecho alguno sobre
el territorio de Navaza.
Por tal razón, una reclamación judicial efectuada por el ciudadano
estadounidense William A. Warren por los supuestos derechos sobre la
isla, adquiridos por este a los herederos de los dueños de la Navassa
Fosfato Company, el Departamento del Interior de los EE.UU. decidió por
Orden Federal No. 3210 del 3 de Diciembre de 1999 declarar Refugio de
Fauna Nacional la Isla de Navaza y ponerla bajo la administración de la
Oficina de Pesca y Vida Salvaje, otra dependencia federal de ese
Departamento, lo cual pone en evidencia la carencia de base legal para
justificar su detentación.
Tradicionalmente los Estados Unidos han respaldado su postura en el
hecho de la ocupación de territorios como mecanismo de acceder a los
mismos, al respecto manifiesta la normativa contenida en el Código
Americano (American Code):
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"OCUPACIÓN
La ocupación es el acto de apropiación de un área insular que no esté
bajo el poder supremo de otro soberano, es decir, un terra nullius. Una
vez ocupado, tal terra nullius, si estuvo abandonado más tarde, puede
ser otra vez vulnerable para la ocupación por otro soberano. La
ocupación debe ser eficaz para que un soberano adquiera un área insular
de esta manera. Debe poseer y administrar el área insular. La posesión
requiere la presencia de un establecimiento junto a un acto formal, ej.
levantar la bandera soberana, proclamación por el soberano que se
prepone guardar el área insular bajo su poder supremo. Un soberano
mantiene la suficiente administración cuando instala una cierta clase de
supervisión que ejercite las funciones del gobierno."
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Basado en esta teoría el
gobierno de los Estados Unidos mediante sucesivas declaraciones ha
incorporado los siguientes territorios insulares:
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Area Insular - Fecha de declaración
Isla Bajo Nuevo Bank/ - Noviembre 22, 1869
Petrel
Isla de Baker - Octubre 28, 1856
Isla de Howland - Diciembre 3, 1858
Isla de Jarvis - Octubre 28, 1856
Johnston Atolón - Septiembre 6, 1859
Acantilado Kingman/ - Febrero 8, 1860
Danger Rock
Isla de Navassa - Octubre 31, 1858
Banco Serranilla - Septiembre 13, 1880
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La teoría de la
Ocupación al amparo de los principios Res nullius y Uti possidetis de
facto carecen de todo sentido en el derecho internacional público
moderno y más aún en el sistema americano, admitido aún por los mismos
Estados Unidos, circunstancia que pone de relieve el doble carácter de
la postura norteamericana en este caso, tanto así que para evitar una
controversia jurídica interna prefirió otorgar el carácter de Reserva
Natural a Navaza en aras de justificar su indebida posesión y eludir
fraudulentamente las pretensiones judiciales de Warren.
En otros caso de similar contextura el gobierno de los Estados Unidos ha
debido rectificar su posición y hacer devolución de las áreas
irregularmente adquiridas como es el caso de las islas de Roncador,
Quitasueño y Serrana a Colombia y la Isla del Cisne a Honduras.
En septiembre de 1996, la Guardia Costera de Estados Unidos dejó de
operar y mantener el faro de Navaza, pasando nominalmente su
administración a la Oficina de Pesca y Vida Salvaje, de donde deviene el
interrogante: donde ha existido una ocupación permanente y eficaz por
parte de los Estado Unidos?.
No puede ser mediante una expedición científica de la Universidad de
Harvard que estudió la tierra y la vida marina de la isla en 1930
patrocinada por multinacionales norteamericanas en búsqueda de un
territorio libre de restricciones para sus proyectos económicos
capitalistas de libre recreación, léase Cuba prerrevolucionaria,
circunstancia reiterada a través de otras empresas seudo científicas,
incluida la NASA.
Recientemente, operadores de radio han aterrizado ocasionalmente en la
isla para difundir programas desde este territorio, el cual ha sido
patrocinado por la Unión Internacional de Difusores de Radio que
risiblemente han pretendido declarar la existencia de un presunto estado
magnetofónico.
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El navío "Soberanía" con
el cual se han adelantado las expediciones navales a la Isla de Navaza.
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Es por todo lo anterior
que un grupo de valerosos patriotas colombianos decidieron a partir de
1989 darse a la tarea de rescatar para el bien de la humanidad Navaza
como punto de encuentro de verdadera libertad y entendimiento entre los
pueblos, lanzándose a la aventura de reclamar este olvidado y
ocasionalmente recurrido lugar con base en la comprobada soberanía
nacional del pueblo de Colombia.
De este modo se envían tres misiones navales (julio 14 de 1994, febrero 2
de 1999 y octubre 13 de 2003) a bordo del navío “Soberanía” integradas
por bravos marinos, los cuales eludiendo los guardacostas, radares y
satélites del agresor norteamericano toman efectiva posesión de la Isla
de Navaza y que concluyen en la especial reunión del 28 de mayo de 2004
por la cual se determina la creación del Estado de Navaza, la que señala
el día 12 de octubre de 2005 como fecha de fundación de esta nueva
nación y simbólicamente se coloca en Santa Fe de Bogotá, antigua sede
del Virreinato de la Nueva Granada, tierra extraída de la Isla de Navaza
y se proclama la existencia del nuevo estado, designado un gobierno en
el exilio, dado el alto riesgo que significa la permanencia en la isla
por las eventuales represiones de que pueden ser objeto quienes allí se
encuentren.
No obstante se aspira a desarrollar en un futuro no muy lejano todo un
ambicioso proyecto de población que incluirá un puerto, un aeropuerto,
hoteles, casinos y demás comodidades del mundo moderno, guardando una
especial armonía con el medio ambiente natural.
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